Un día como hoy se recuerda a San Valentín por sus buenas obras realizadas en nombres del amor. Para muchos la palabra amor no se asocia solamente a la pareja, sino también a aquello que logra crear momentos felices.
Y si hablamos de momentos felices no podemos dejar atrás a nuestro más amado amigo, el que nos acompaña desde chicos, el que nos roba lágrimas de alegría, suspiros de esperanza, y abrazos sinceros con aquellos con quienes nos une como hermanos.
Al fútbol que muchas veces es el amor de nuestra vida, a él también le decimos ¡feliz día! Y cuántos de nosotros tenemos recuerdos imborrables de lo que hemos hecho por amor al fútbol. Buscamos la forma de practicarlo, de verlo, de sentirlo y sudarlo.
Campos de fútbol ... flotantes!
En todo el mundo es el mismo sentir. En Tailandia existe un pueblo flotante situado en la provincia Phang Nga, en el que unos niños enamorados del fútbol y sin espacio para practicarlo idearon un campo de fútbol siguiendo la arquitectura que utilizaban los mayores para fabricar las casas.
Esta iniciativa generó un nuevo espacio público para el pueblo que se reunía a jugar o ver jugar a fútbol después del colegio, el trabajo. Poco a poco, la iniciativa fue calando hondo y ahora el pueblo cuenta con un campo de fútbol reglamentario.
En Singapur fue construido el estadio flotante más grande del mundo, y es así como queda demostrado que –como lo dice Ricardo Arjona- “si no existe lo inventamos” por amor al fútbol.